domingo, 29 de abril de 2012

A vueltas con el lenguaje

Que no aprendo. El otro día me quedé pillada con los sintagmas y ayer con eso de la reducción de impuestos que recaen sobre el empleo y una subida de aquellos que dependen del consumo. Vamos, que parece que últimamente hay que tener un máster en economía para entender lo que se cuece en las ollas del gobierno. A mí eso no me extraña mucho, después de enterarme de que en las pruebas PISA de este curso, Europa ha introducido una nueva competencia, a la que llaman "financiera" y que consiste en que nuestros niños (y aquí debéis sobreentender las diferentes opciones, que me fastidia mucho lo del os/as) sean diestros en llevar una economía doméstica. Vamos, que seguramente la prueba irá de cómo hacer recortes en la cesta de la compra sin que se note mucho. Pongamos un ejemplo: la mámá tiene cincuenta euros para terminar el mes y debe dar de comer a toda la prole (también aquí se debe sobreentender mamá/papá, aunque ya sabemos que lo de ir a comprar es cosa de una)y se le presentan cuatro opciones: comprar un solomillo ibérico y un kilo de gambas y comer solo un día (los demás se pueden dedicar a ver la tele); adquirir un par de kilos de pechuga de pollo y uno de macarrones marca no blanca (con lo que solo quedará un par de días a pan y cebolla); gastarse los cincuenta euros en verdura y fruta de temporada más unos paquetes de salchichas en un supermercado de esos de fin de mes; o (y esta seguro que sería a la que más puntos daría Bruselas) destinar solo veinte euros a la lista de la compra y dejar los otros treinta a devolver los intereses que el banco de turno, el estado con sus impuestos o el ayuntamiento con los suyos, está esperando cobrar. Yo creo que nuestros niños se harán un lío con estas cuestiones y seguramente, quedarán los terceros por la cola, como, por otro lado, suele ocurrir. Ganarán los finlandeses o los alemanes. Y quedarán por detrás, los portugueses y los griegos, que ya pasan de estas cosas. Pero, bueno, no hay que preocuparse: yo creo (y es solo una opinión) que nuestros chavales estarían en el top si estas pruebas se dedicaran a medir la competencia en comprensión de la mentira política o en la viajera sin un duro y con dos carreras y un título B2, o quizás la que mida cómo ser tan tonto de votar a alguien que sabes que te está engañando. La verdad, De Guindos no tiene la culpa de que nadie en este país haya llegado al 6 en la competencia del eufemismo. Culpa suya no es. Él es muy listo. L.R.CH.

No hay comentarios:

Publicar un comentario