lunes, 25 de abril de 2011

Mi alma


Ojos curiosos. Despiertos. En ese momento están cerrados. Duermen. Sueñan. Así te imagino ahora mismo. Me apetece dirigirme a ti. Sin metáforas. Sin montañas que esquivar. Sin creaciones. Porque eres lo más opuesto a la artificialidad. Tu naturalidad lleva ya dos cumpleaños conquistándome. Últimamente me he preocupado de conseguir transmitirte lo que siento. Porque en nuestra historia, tan marcada por la distancia, poco es más importante que las palabras. Los cumpleaños sirven para analizar, repasar, hacer balances, plantear sueños... Un alto en el camino. También sirven para hacer feliz. Una de las mejores acciones que he hecho en mi vida, la hice hace un año. En ese momento me di cuenta de que tenía ganas de hacer cosas por ti. Un año después, independizada, con lo que hemos vivido, con lo que he escuchado de ti, con lo que he podido saber más de ti... lo pienso, lo analizo, y me pareces una mujer francamente espectacular. Quiero felicitarte sobre todo por tu capacidad para minimizar los problemas, por tu energía positiva que la he llegado a sentir a tantos kilómetros de distancia, y por haber conseguido en este último año hacerme feliz. Feliz contigo, feliz pensando en ti. Uno de los momentos que para mi, mejor te dibujan, es cuando en el aeropuerto de Sevilla, en tu viaje de vuelta, te informan del recargo monetario. Muchas veces, cuando en mi cama te recuerdo, cuando tengo uno de esos días jodidos y quiero viajar con la mente hacia la felicidad, me viene a la memoria cómo respondiste, sin agobios, sin problemas. Con una hermosa sonrisa. Como la que tienes. Es algo pequeño, pero un acto que te representa. Por eso quise y aun quiero, para qué engañarnos, seguir pegado a ti. Porque tienes una habilidad extraña para hacer feliz a los que están a tu lado. Aparte claro, del gran número de cosas que me dice el corazón cuando te veo, te escucho o te siento. Muchas gracias por este último año. Felicidades por los 19, aunque el número sea inferior a la madurez que tienes. Y espero, deseo, quiero, anhelo, que este año que comienza hoy sea aun mejor que el anterior. Y que yo pueda formar parte algunos días del mismo. Te quiero mi alma. Disfrútalo.

miércoles, 13 de abril de 2011

Último. Volátil.

Es difícil crear. Más complicado es mantener una deuda. Yo sólo sé regalar palabras. Pero esta vez no sé ni lo que siento. La única palabra que me viene a la mente es último. Todo lo que veo, observo, siento, puede ser la última vez que lo perciba. El último apretón de mano, la última vez que su tórax sube y baja, el último terrorífico ruido sin mensaje, la última vez que la veré. A partir de ese momento sólo será recuerdo. Pero, egoístamente no quiero que llegue a ese momento. Si por mi fuera, la mantendría delante mía. Inconsciente. Pero viva.
Es aterrador pensar en los muchísimos lugares por los que pasean unas piernas, para acabar tumbadas en la cama sin ninguna orden que recibir. Es terrorífico imaginar el momento en el que sabes que tu energía se consume. Es sobrehumano observar la muerte. Y saber que está ahí. Que va aterrizando encima de cada persona que conoces. Que no entiende de bocadillos de jamón para pasar la resaca, o de conversaciones sobre la Guerra Civil, o de viajes desde Sevilla en AVE. La muerte no entiende de buenos momentos. Aparece. Cuando le da por ahí, sin previo aviso. Te da menos de una semana para que lo asimiles. Y acaba con todo de un plumazo. No entiende de una vida tan llena de vivencias, como de cabeza bien alta. No le puedes explicar que has sido víctima de tu mala suerte desde que has sido pequeña, que has sufrido los desaires de la familia que te acoge, que has vivido una dictadura siendo mujer de un "traidor a la patria", que has pasado un cáncer de mama, que has vuelto a andar cuando tus rodillas llegaron a decir que no. Que has visto nacer a la hija de la nieta que criaste. Que has vivido de alquiler, con ese orden maníaco de cada cosa que hacías. Que cuidaste a tu marido hasta que murió sin poder recordarte. La muerte pasa de eso. Te tumba contra la cama, se introduce por la garganta, por los pulmones, por el páncreas. Sin piedad. Tal vez sea que nosotros somos los verdaderamente humanos. Los que sí somos piadosos. Y que ella es tan sólo una poderosa sin capacidad para sentir.

VOLÁTILES. FRUGALES. DE PASADA. RECUERDOS. SOBREIMPORTANCIA. VIDA ASOCIADA AL FIN.

Y te fuiste acompañada de la mano de aquella sombra oscura con guadaña. Curiosamente, fue la que te dio la bienvenida cuando llegaste. Por eso, debías saber que siempre había estado allí.