miércoles, 13 de abril de 2011

Último. Volátil.

Es difícil crear. Más complicado es mantener una deuda. Yo sólo sé regalar palabras. Pero esta vez no sé ni lo que siento. La única palabra que me viene a la mente es último. Todo lo que veo, observo, siento, puede ser la última vez que lo perciba. El último apretón de mano, la última vez que su tórax sube y baja, el último terrorífico ruido sin mensaje, la última vez que la veré. A partir de ese momento sólo será recuerdo. Pero, egoístamente no quiero que llegue a ese momento. Si por mi fuera, la mantendría delante mía. Inconsciente. Pero viva.
Es aterrador pensar en los muchísimos lugares por los que pasean unas piernas, para acabar tumbadas en la cama sin ninguna orden que recibir. Es terrorífico imaginar el momento en el que sabes que tu energía se consume. Es sobrehumano observar la muerte. Y saber que está ahí. Que va aterrizando encima de cada persona que conoces. Que no entiende de bocadillos de jamón para pasar la resaca, o de conversaciones sobre la Guerra Civil, o de viajes desde Sevilla en AVE. La muerte no entiende de buenos momentos. Aparece. Cuando le da por ahí, sin previo aviso. Te da menos de una semana para que lo asimiles. Y acaba con todo de un plumazo. No entiende de una vida tan llena de vivencias, como de cabeza bien alta. No le puedes explicar que has sido víctima de tu mala suerte desde que has sido pequeña, que has sufrido los desaires de la familia que te acoge, que has vivido una dictadura siendo mujer de un "traidor a la patria", que has pasado un cáncer de mama, que has vuelto a andar cuando tus rodillas llegaron a decir que no. Que has visto nacer a la hija de la nieta que criaste. Que has vivido de alquiler, con ese orden maníaco de cada cosa que hacías. Que cuidaste a tu marido hasta que murió sin poder recordarte. La muerte pasa de eso. Te tumba contra la cama, se introduce por la garganta, por los pulmones, por el páncreas. Sin piedad. Tal vez sea que nosotros somos los verdaderamente humanos. Los que sí somos piadosos. Y que ella es tan sólo una poderosa sin capacidad para sentir.

VOLÁTILES. FRUGALES. DE PASADA. RECUERDOS. SOBREIMPORTANCIA. VIDA ASOCIADA AL FIN.

Y te fuiste acompañada de la mano de aquella sombra oscura con guadaña. Curiosamente, fue la que te dio la bienvenida cuando llegaste. Por eso, debías saber que siempre había estado allí.

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