jueves, 28 de febrero de 2013

El minuto


La vida puede cambiar en un minuto. Literalmente. Nada de conjeturas. De hecho, lo único cierto es que todas las vidas metamorfosean en un minuto. O en dos, siendo más optimistas. Es cierto que parece que no, sobre todo en los últimos años en los que todo va lento: la recuperación de la crisis, los juicios a los corruptos, el movimiento de la cola de los que van a buscar trabajo, los requerimientos antes de perder el suelo en el que vives. Pero es mentira. Literalmente mentira. La gente, la gente que se levanta por la mañana y ve su cara en el espejo y se arregla el pelo o el bigote, que toma un café mirando una ventana, que llega a la parada del autobús o coge el coche, que mira fijamente el televisor, o que ríe o grita, , no sabe qué ocurrirá en el minuto siguiente. Ni siquiera los poderosos. Esos que creen que el mundo se mantiene bajo sus pies y que nada les va a hacer tambalear mientras dictan leyes injustas y llenan sus bolsillos de dinero que no es suyo.
Todos verán cómo todo cambia en un minuto. Y no podrán hacer nada por evitarlo.
Esta mañana llegué a mi clase y todos los alumnos estaban llorando. Había ocurrido. La vida de uno de ellos había cambiado en un minuto. Mientras veía el Barça - Madrid, mientras recorría en su mente un 28 de febrero como los cuatro anteriores, con una juerga interminable y una resaca de historia.
Sonó el teléfono.
El martes, mientras volvía, vi cómo un cartel había desaparecido. Ya no existía el sitio en el que compré mi coche.
También debió sonar el teléfono.
Podríamos pensar que no existen los teléfonos.
Pero existen.
Mientras vamos apurando los segundos de nuestra existencia, nunca pensamos que sean los últimos antes de.
Pero lo son.
Espero que sean también los postreros de aquellos que nos hicieron creer en el carpe diem, sin desvelarnos que existe un tempus fugit del que solo ellos tienen los hilos.
Malditos hilos.
Pero para ellos, para los que los sostienen, también la vida cambiará en un minuto.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho. La idea de que todo es vulnerable. De que todo puede cambiar.

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