martes, 15 de marzo de 2011

La más nombrada

Numerosas noticias versan sobre ella. Aparece decenas de veces en los periódicos, en los informativos, en los boletines de radio. Marca el principio de etapas, el final de otras. Influye en estilos de vida, determina ritos sociales y causa movimientos ciudadanos tremendos. Crea tristeza, alegría, drama, lágrimas, riqueza. Se ha hablado a lo largo de la historia siempre de ella. Ha creado religiones, ha fomentado interpretaciones sobre ella, ha marcado la vida.

Siempre está ahí. Nunca la vemos, aunque siempre la tratamos. Un día, cuando llegas a casa, tras sentirte más vivo que nunca, aparece. Sibilinamente, tras un comentario vacío en la televisión, se cuela en la mente, y comienza a empujar las reflexiones hasta que tratamos de olvidarla de nuevo. Es como ese examen que se tendrá dentro de dos semanas, que ataca la conciencia cuando no se está estudiando, y que los seres humanos tratamos de tapar, a pesar de que en algún momento tendremos que enfrentarnos a él. Ante la muerte también tendremos que enfrentarnos. Y nunca estaremos lo suficientemente preparados. Una pena. Y más miedo.

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