sábado, 31 de mayo de 2014

Siglas

Padecer una IFC y no morir en su desarrollo, es todo un reto.
Me pregunto: ¿habrá IFC para los bancos? No estoy segura. Más bien lo dudo. Y casi lo niego. ¿La habrá para los parlamentos, las diputaciones, los ayuntamientos, las corporaciones de todo tipo e incluso, para los organismos sin ánimo de lucro? Sigo dudándolo.
Pero os cuento.
Una IFC es una inspección de los centros educativos. Es decir, llegan unos señores a preguntar que cómo lo haces. Te piden papeles. Todos los papeles. Hasta aquellos que no rellenas porque no piensas que sea necesario. Bastante tienes con gestionar un pedacito del pastel público mientras intentas enseñar gramática, moldear conciencias, dar de comer a los que no comen, hacer yoga ante los que te retan con sus actos o sus palabras, poner orden en los cuadernos, enseñar comprensión lectora y varias competencias  básicas más, intentar ser una sección de recursos humanos, acercar la poesía a los que la ven como una especie de alejademíesecáliz, respirar después de tener una mala noche.
Vale, a lo mejor en eso va el sueldo seguro todos los meses. Claro que sí. Somos funcionarios. Y tienen derecho a venir a que rindamos cuentas. Somos enseñanza pública y cobramos de todos los ciudadanos. Hasta de aquellos que un día dieron parte de su sueldo, cuando trabajaban, para que educáramos a sus hijos y que ahora no pueden recuperar lo que prestaron al estado. Porque quizás ni siquiera tienen un techo bajo el que vivir.
Y yo lo acepto, aunque no duerma por las noches. Siempre hay algo que has hecho mal o que has MALGASTADO. Y debes explicarlo. 
Pero, digo yo, e insisto ¿No hay una IFC para los que han hecho que no creamos ya en nada? ¿Para los que están arriba enriqueciéndose con dinero público y siguen ahí?
Un inspector de la IFC llega a una clase y escribe cómo transmites conocimientos, cómo se sientan los niños y niñas en el aula, cómo repartes los tiempos, cómo usas los recursos, cómo haces las programaciones de aula, qué meteduras de pata tienes en una hora, cómo olvidas la normativa, cómo declamas.
¿Existe algún inspector que escriba lo mismo en los consejos de administración de los bancos o en los parlamentos o en los partidos políticos o en los medios de comunicación públicos o en los organismos privados que reciben dinero del Estado?
Pues eso, siglas al fin y al cabo. Pero para unos cuantos. Los de abajo.

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