viernes, 2 de agosto de 2013

El ser humano no es lo que parece

El campo semántico de la palabra "humano" está lleno de términos evocadores y casi cursis: inteligencia, sentimiento, capacidad, arte, amistad, amor... Pero, claro, los campos semánticos se fabrican a base trocitos de significado y, aunque no quieran, se llenan de aquello que los hace únicos, los diferencian de otros y los engloban. Un ser humano se define por esas cualidades tan de cuento de hadas, pero también por otras, cercanas a lo que consideramos inhumano: olvido, crueldad, egoísmo, avaricia, venganza.
¿Y cuál es la realidad? Lo que yo creo es que cada uno de los atributos, los considerados como nuestros y los que pensamos como ajenos o inhumanos, nos conforman y sustentan. Es más, que es la mezcla de ambos lo que hace que seamos personas, en cualquier lugar del mundo, en cualquier época de lo que llamamos historia.
Por eso, es tan humano haber contestado a una llamada mientras conducíamos un tren, que sucumbir a coger un dinero que no nos habíamos ganado. En los dos casos, estábamos poniendo en juego lo mejor y lo peor de nuestra racional condición. Pudimos, en el primer caso, no caer en la monotonía de lo previsible y los 79 muertos estarían vivos;  en el segundo, no tener que aguantar, después de haber conseguido gobernar, que nos pidieran que nos fuéramos.
Pero, en las dos tesituras, tuvo que haber un matiz que nos alejara de aquello que se supone nos humaniza. y nos acercara a lo que consideramos no humano Quizás, nuestra ancestral condición al instinto. Al fin y al cabo, la prehistoria abarca muchos más años que la historia y nuestros genes nadaban por ahí.  O tal vez, nuestra misma racionalidad nació de una especie de prepotencia el día en que fuimos más listos que nuestros congéneres porque nos los comimos y disfrutamos.
No lo sé. La verdad.
Lo que sí creo comprender, en estos últimos días de julio y primeros de agosto (esos que andan siempre entre si ir o venir) es que ni aquel que se distrajo un segundo ni ese señor que ahora nos gobierna después de, quizás, haberse dejado comprar, dejan de ser humanos.
Lo que pasa es que el ser humano no es lo que parece. Ni lo que llamamos humanidad tiene nada que ver con el sentimiento para con el otro. En ciertos casos.



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