domingo, 13 de enero de 2013

Eneros

Los eneros tienen mala fama. Siempre llegan después del mes lleno de lágrima fácil y de reencuentros. Son casi los malditos del calendario. A partir de ellos, siempre se espera a la primavera, a la resurrección, a la huida hacia adelante. Ellos quedan entre dos aguas, como colgados, como el que no sabe si ir o venir, como el que no encuentra su nido y su historia y ni los busca. Claro que pueden presumir de algún que otro festejo. Un cumpleaños. Una boda imprevista. Una muerte prematura.
Pero siempre les ganan los febreros. Tan cortitos, tan volubles, que si un año 28, que si otro 29. Ellos, los eneros, son de otra casta. Con sus treinta y uno. Menos una semana que siempre le quitan los diciembres. tan voraces.
Ellos, los eneros, son famosos por las rebajas y por la vuelta al cole. Dos cosas que a nadie compensa de haber tenido que despedirse de tanto amor y comida copiosa, de tanta vuelta a casa y tanta despedida. De tanto esperar para que, luego, todo vuelva, en enero, a ser tan soso.
Entre los diciembres y los febreros, enero es un mes a olvidar.
Casi siempre.
No este enero.
No en este año.
Yo siempre recordaré este enero. Y les pido perdón por no haberlo hecho antes.
Si lo pienso, en los eneros casi siempre me ha pasado algo.
Algo ha cambiado. Algo se ha mudado de piel.
Hasta este blog. cambiará este enero.

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