domingo, 11 de noviembre de 2012

Disco duro

Acabo de darme cuenta de que he perdido la mitad de mi disco duro. He sentido como si se me hubiera perdido media vida. Bueno, no tanto. Sé que podré recuperar parte, entre lo que tengo en mi pen o en mi correo. Y lo demás, he pensado después del escalofrío, a lo mejor no era tan importante. Cosas que pasan. Ha cambiando tanto la vida en estos últimos veinte años que ya no llevamos nuestros recuerdos en la cabeza para visualizarlos después, como nuestros abuelos. Ahora podemos verlos. ¡Ay, la tecnología! ¿Que no recuerdas las vacaciones del 2000 o cómo era tu rostro en el 2004? Pues miras tu "historia" en el facebook y asunto resuelto.
Todo este disgusto me ha llevado a otras cosas. 
Los que han decidido en estos últimos días acabar con todo mientras llamaban a su puerta aquellos que, a su pesar, iban a terminar con sus recuerdos, ¿pensarían en eso?
 La palabra "deshaucio" significa simplemente "Despedir al inquilino o arrendatario mediante una acción legal". ¡Vaya cosa! Ni siquiera eran eso, inquilinos o arrendatarios. Eran dueños. Como yo de mi disco duro. Poseían un papel, firmado ante notario, en el que decía que la finca sita en el número tal de la calle o avenida o plaza cual, planta cualquiera, era suya. Solo suya. Que allí podrían plantar su nido. Con sus miserias y sus llegadas al cielo con las puntas de los dedos. Que allí parirían o no, que allí se levantarían un lunes o no, que allí verían el partido o la boda del siglo, o las dos cosas. Que tendrían un frigo donde meter cosas, una ducha donde relajarse, una cuna a la que mirar y un espejo en donde mirarse todas las mañanas.
Y, de pronto (las cosas siempre son inusitadas por mucho que te hayas quedado sin trabajo, no puedas pagar la hipoteca, llegue una carta certificada, hayas preguntado al vecino del cuarto que es abogado) te dicen: lo ha perdido todo. El disco duro se ha desconfigurado.  Puede usted hacerle un reset o rezar por qué esto sea una pesadilla.
Pero hay veces que esa pérdida no te lleva a otras soluciones. A recuperar. Es un camino que no tiene salida. Y te dejas caer. Pensando, quizás, que has fallado, que no has sabido conservar lo que ibas a dejar a los que te quieren.
Bueno, que eso. Los discos duros son como un colchón siempre listo para recogerte. 
Pero, ¿ y si piensas que son humanos?
No te queda más remedio que abrir la ventana y dejarte caer.
Aunque sepas que el vacío no te va a amparar.
Ni te va a devolver lo que soñaste.

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