miércoles, 9 de febrero de 2011

Apretones de manos

Apretones firmes, desahogados, tensionados. Entre amigos, por debajo, por encima, con el jefe. Con tu salvación, con el médico que anunciará si es niño o niña, o con el médico que dirá si es un tumor o un bulto de grasa. Apretones imprevisibles, ensayados, molestos. Con un viejo conocido, con el o la protagonista de los próximos años de tu vida.

Conocer es la esencia de cada paso. Las manos se entrelazan como acto litúrgico cada vez que hay un nuevo personaje dentro del plano. Sepamos lo que va a decir, o desconociéndolo. No importa. Podemos apretar la mano de nuestro asesino, o hacerlo con la mujer del resto de nuestra vida.

Y en ese apretón andamos. Ahora miramos al terror cara a cara y podemos ponerle ojos, cara, nombre. Por fin ha dejado de posicionarse en la parte oscura de la tabla, y se aproxima con distintas estrategias para llegar a seducir a nuestra mano. Nosotros ya estamos acostumbrados a este tipo de forma de actuar. Entonces, desconfíamos.

ETA se ha vuelto a disfrazar para convencernos de que ha cambiado. Que se ha hecho mayor, y no tiene ganas de seguir por una vida tan trabajada y laboriosoa. La recibimos con sorpresa y calma tensa. La observamos. La analizamos. Lógico.

Pero un apretón de manos no se le niega a nadie ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario